y yo te vi Jaime

en una funcion en Moron..y llamaste a Ernesto Cabeza para

acompañarte en tu zamba

pero no vino, ya que tenia que tocar con los Chalchas y alli te quedaste solo, profundo, grave..y
me regalaste tanto corazon!!!
y me seguis regalando con tus GOLONDRINAS…porque no hay vez que no piense en vos cuando
las veo..y el verano esta
con ellas, y sus brasitas negras me llenan el alma de recuerdos y sensaciones…
Gracias Jaime Davalos..por tanta poesia…por tu hija con quien comparti un ratito en una funcion
cuando era bailarin de Chucaro
gracias a ella por tan bellas palabras…que me llevan a mi Tata querido…el amor por el Padre que
nos hermana..por el suyo y por el mio
hermosas palabras de hija!!!

Jaime Dávalos


(Fotografías: Archivo personal de Julia Elena Dávalos)
por Julia Elena Dávalos

Jaime , el oso melero…el ututo, curioso, el transgresor, el encantador de serpientes, el artesano,
el doctor en maderas, yuyos, nombres de minerales, Jaime, el niño que, contador de acaecidos,
mantenía atónitos a sus hermanos y a los amigos mas grandes de estos, con sus duendes y cuentos
de mama tierra, oídos en largas horas de cocina, con la coyita, cocinera del valle, de su casa, a
quien preguntaba y escuchaba con unción, “…El Jaime…”, nacido para romper estructuras,
desobedecer cánones y establecer un nuevo uso del vocabulario. El verbo fue creado para el,
para que él lo nombre con el arte de la palabra.
Primero fue contador de historias, después fue escritor. Tenia 17 años cuando completaba 10
versos para un cuadernillo-libro; “Rastro Seco” lo llamó y a los 19 lo publicó. Allí en esos años
le gana a su padre los juegos florales del norte con seudónimo, el hijo, para los jueces, le gana
al padre, el tótem de la literatura, su ídolo: “Juan Carlos Dávalos”.
De “ESE MAESTRO”, de su gran don, “La Palabra”, aprende el oficio de conmover el alma,
empezando por el oído, irrumpiendo de tal modo que nadie diría, que nadie osaría pensar que
hubiese alguien que lo superara. Eran ambos herederos de ese mágico conductor de emoción,
de ese regalo de Dios al hombre… El Habla…
Famoso por sus diabluras, terrible inventor de cuanto desastre era instigado para entretener
a los changos grandotes que lo seguían, ante la admiración de sus hermanos, Arturo, Baica,
Ramiro, Martín Miguel, Hernán…y la dulce María Eugenia.
Jaime era el acróbata, el expedicionario. De los cerros, el río, el monte, llegaba lleno de garrapatas,
chinches, a espantar a su madre, a las ayudantes de la casa…pero también era el que ayudaba en
los quehaceres domésticos y hacía ternuras para su mama, diligencias y envíos, o se ocupaba de
niñero de los más chicos. Ese Jaime tenía tal ternura que nadie podía no amarlo, no quedar preso
de sus encantos. La chispa, nació con él, era un irónico y dañino gentil, adorable. Si a este Jaime
suman ustedes., el manejo de la palabra escrita con pasión, con total entrega y honestidad, crudeza
y rigor ético, se eleva así el poeta simple…al ESCRITOR; gana premios, sangra esa poesía vivida,
llorada, a costa de pobreza y riguroso descarte…porque la poesía le brotaba como de una fuente…
había que romper, quemar deshacerse de tanto para obtener la MEDULA DE LA POESIA….
Sus amigos músicos: Eduardo Falú, Ernesto Cabeza, Ariel Ramírez, Gustavo Leguizamón, Jaime Torres,
Gerardo Macci, Eduardo Martínez y los cantores que le brotan a Salta, le dan alas a ese verso…y vuela
enamorando al país y al mundo…Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Los de Salta, Ariel Ramírez y Eduardo
Falú llevarán al mundo ese universo de belleza que Salta brinda en sus voces, y desde allí, libros y canciones,
le harán entrar en la juventud que cantará esa pasión nacida de estos changos, en mesa de vino, enamorados
del amor, creativos, inocentes y puros. Puros como el agua de las quebradas, bordeadas de helechos y musgos…
entre las peñas. Jaime, ese patai perro, ese andador de distancias, ese amador de gauchos, de hombres oscuros ,
que se mete en la mina para escribir sobre los mineros, que anda el Paraná, deslumbrado por su grandiosidad…en
esas épocas, aún con este brillo, correrá la liebre, y andará cabizbajo, mas de una vez, atormentado por el hecho
de tener familia, y hacer seguridad para sus pollitos… colegios , médicos , estabilidad…

…y yo que ya soy mayorcita, lo veré sangrar, deshecho, por esa tozudez, esa rigurosa concepción del destino
que le toca, no desvirtuar a su padre, pobrísimo, por ser maestro y escritor practicante, fundador de la “Academia
Argentina de Letras”, escritor de muchísimos libros, miembro de la “Academia Española de Letras”… todas estas
grandes rimbombantes escarapelas que no pagan el almacén a fin de mes ya que no tenían fortuna familiar.
Los honores que les daban, las gentes de corazón, no sirvieron para una vida de confort. Jaime entraba a SADAIC,
y al rato sus debes, superaban su HABER, y sin Eduardo Falú – que le hacía de protectorado, registraba las
canciones y lo estimulaba a componer con el – jamás hubiese aguantado el ser un poeta, aunque lo bendijese el éxito.
Creo que Jaime, como Juan Carlos Saravia, Dicky Dávalos, Arturo Dávalos, Juan Carlos Dávalos (hijo) “Baica”,
geniecillos hermanos de Jaime, músico exquisito y poeta uno, y escritor también el otro – del grupo de Adolfo Bioy
Casares en Bs. As. – siendo jóvenes que pertenecían a la prosapia salteña, pobre, pero hidalga, de la que fueron
exponentes, a diferencia de Eduardo que tenía sus padres, dulcemente ambientados, hablando su idioma patrio distante,…
con otro tipo de esperanzas, con el hijo triunfante, maestría y talento, orgullo para Salta, y el país…
Para Jaime no era fácil romper estructuras – perteneciendo desde adentro- criticar, y hacer mirar mas adentro, con solo
una canción, Jaime lo hizo. La zamba “Vamos mi amor a la zafra” con Eduardo, es un hito. Yo oía las críticas, las hormigas …
lo despellejaban, por ser ese “nombrador” de silenciosos oficios de la deshumanización, del empleo de la gente para trabajar,
sin mejoras ni valoraciones…ser ese poeta , costó caro.
Nacer sin arquetipos, inventarlo todo, ser el nexo generacional, el que abre paso con la palabra…y fue para ustedes jóvenes de
hoy. No es cuestión de hacer rimas así nomás…pará la oreja!!! Quiso crear además, con ese profundo compromiso, con la belleza
y con sus cumpas de la música. Compartieron eso, para que la canción… sea ARTE. “…avanza juventud de la Argentina unida
corazón a corazón…” dice en “Canción para mi pueblo jóven”, para ustedes jóvenes argentinos “…LA UNIDAD
AMERICANA ES LA ESTRELLA QUE MAÑANA A DE GUIARTE CIELO ARRIBA JUVENTUD…” sueña…soñando
para ustedes un destino de cielo, de grandeza, de un nuevo destino para sus gauchos de frontera, sus coyas , su Candelario Borja,
su Gaucho Cruz, su Eustaquio, peones de su casa en el cerro…
Como no tenían radio, él, los acompañaba charlándoles, enamorándoles el alma con palabras que acarician su silencio, mientras trabajan…
de ellos aprende a SER ese que nombra las cosas…poeta para entrar en el corazón de la tierra, a través de los inocentes. Jaime,
el apasionado, el desbordado de amor, se comprime en el libro, se asume limitado por el espacio de las letras, fríamente encapsulado,
sin las alas de la música, su verbo, queda para siempre, eterno, el charlador, enmudece, pero brota el apasionante mundo del cielo de la
grandiosa literatura argentina, a la que alcanza armoniosamente nacido desde la zamba, la doncella, la musa inspiradora de la canción
argentina, ebria de amor sublime, belleza y encantamiento del idioma.
No lo lloremos…leámoslo, cantémoslo…
Gracias Julia Elena Dávalos por tus palabras para Entremúsicas!


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